lunes, agosto 10

Mujeres con historia(*)


(*)Por mamá Mabel

En una, toda la vida esta allí, en su cara. Ojos grandes, tiernos, cálidos que abrazan con solo mirarla. Frente ancha, como para alojar tantas esperanzas, tantos pensamientos.
Labios frescos, rosados que dejan escapar siempre una risa estridente, sonora, música de su alma, de sus años jóvenes, de su vida casi recién estrenada.
En la otra, su cara también estallaba de vida: salvaje, obcenamente bella, histriónica. Mirada distante, a veces triste y a veces dulce. A veces inquisidora. Lengua filosa, sincera hasta la médula. Que pocas veces dejaba cosas guardadas.
Las dos con una historia común, compartida. Hoy a la distancia, tan iguales y tan diferentes a la vez.
Caminaron juntas el camino de la infancia amándose y odiándose, buscándose y rechazándose. El aire se arremolinaba alrededor de ellas envolviéndolas en fuertes y apasionadas ráfagas cuando compartían horas y horas de juegos interminables, imaginados fantásticos. O charlas que marcaban sus madrugadas. No había sosiego cuando estaban juntas.
De sus días rebeldes de infantes pasaron a compartir experiencias de adolescentes, la una cobijándose en la otra, llenando de amor los espacios que con el tiempo dejaron de compartir.
Sus caminos tomaron rumbos distintos y hoy ya adultas se encuentran cada vez que lo necesitan. Café de por medio, ya sin caprichos ni mandoneos, con el alma abierta, casi en carne viva.
El vínculo sanguíneo por el que se encontraron en este mundo cedió paso al amor incondicional generoso y apasionado que todavía hoy las mantiene unidas.
-Me gustó tu libro. Me llegó hasta las entrañas. Lo sentí como un cosquilleo que empezó con la primera frase y no terminó hasta que leí la última. “Me aburrí, no quiero jugar más”. Así empieza ¿no?
-Creo que me lo van a editar en España. Tengo que viajar para allá- dijo sin omnipotencia ni falso orgullo.
-¡Otra vez te vas! Recién llegás y ya te rajás de nuevo.. Estás loca. Pará un poco, parece que siempre estás de paso. Acá también se te necesita...
-Lo que pasa que tengo que cubrir una nota en Etiopía sobre Médicos sin fronteras y aprovecho el viaje. En el diario me están insistiendo para que vaya y bueno...
-Me gustaría que cuando volvieras nos juntemos con Martín. Está con ganas de llevar tu libro al teatro. De armar la puesta de una comedia musical con él. ¡Sería impresionante! Si nos ayudas con el guión estaría buenísimo.
-No me jodás... ¿Me lo estás diciendo en serio?- sintió que el piso se le movía bajo sus pies.
-Por supuesto, tenemos en la cabeza cada cuadro, cada tema, vestuario, música. ¡Estamos reentusiasmados! Pero te necesitamos a vos, la creadora de la historia -hablaba y su apasionamiento de actriz, salía por cada poro de su piel. Sus ojos y su voz despedían rayos de luz que iluminaban su cara como cuando era nena y lograba que finalmente que la que tenía en frente de ella hoy aceptara jugar con las barbies, y no a la oficina como lo hacían casi siempre.
-¡Que increíble- le dijo -Yo que pensaba decirte que hoy me emocionaste como nunca con la obra, que cada día actuas mejor, que sos la mejor actriz que conozco y cada vez que veo una interpretación tuya siento una profunda admiración por vos... Al final terminamos hablando de mí.
-Cómo siempre- dijo aquella que había nacido y vivido para hacer lo que más le gustaba en el mundo: actuar -Como cuando éramos chicas y en lo mas divertido del juego te aburrías y no querías más. O cuando te dormías en la parte de la charla en que yo necesitaba que me escucharas- comenzó a reírse con risa de pájaro libre y tomó de las manos a la mujer que tenía en frente -Siempre terminamos hablando de vos, y lo digo sin recelos. Por que alguna vez tenés que entender lo valiosa que sos, sin necesidad de que los demás te lo tengamos que estar diciendo. Sos buena, excelente en lo tuyo pero la primera que debe comprenderlo sos vos, muñeca. ¿Cuçando vas a recibir la admiración de los demás como algo natural, necesario? ¿Cuándo vas a dejar de huir de vos misma?

Volvieron a tomarse fuertemente de las manos, el café se les había enfriado y pidieron otro. La charla se extendió por horas. Hacía tiempo que no se encontraban.
Después de acariciarse con halagos y de tirarse de las orejas mutuamente, llegó el momento de los recuerdos. Siempre volvían a ellos, eran como imanes. Se reían a carcajadas repitiendo las mismas anécdotas, reviviendo tantas tardes de domingos compartidas. ¡Cómo necesitaban esto para sentirse vivas!
No era nostalgia. Lo sentían como un recargar las pilas, como llenarse de energía de la buena para poder seguir cada una en lo suyo, pero siempre conectadas por ese hilo invisible de la vida.
Mas tarde llegaron a la charla los restantes miembros de la familia. Los viejos y sus soledades tan difíciles de manejar. Los hermanos y primos queridos, admirados. Los momentos buenos y los malos que siempre compartieron y que tanto les sirvieron para crecer.
Cuando se dieron cuenta que el bar estaba cerrando, pagaron a medias lo que habían consumido y se despidieron con un abrazo intenso, apretado. Saboreando entre risas y bromas el éxito que tendría la comedia musical que pondrían en escena, ni bien la escritora regresase del viaje planeado y pudieran juntarse una vez más para entibiar sus almas.

Finalmente el telón se levantó. Detrás de bambalinas solo había histeria y nervios. Todo era nervios y voces subidas de tono.
-Quién me habrá mandado... Yo no soy para esto- decía la escritora encargada del guión.
-Quedate tranquila. Todo va salír bien- decía el director de la obra, aunque también se lo veía ansioso.
-¡Nada me sale hoy! Va a ser un papelon... No me acuerdo de la letra- decía la primera actriz.

La música a todo volumen marcaba el inicio de la obra y ya no había vuelta atrás. La magia del teatro inundó el lugar sin pedir permiso a nadie.
Ultimo acto. Todos a escena. Todo terminó.
Se bajó el telón, casi en el mismo momento en que comenzaron los aplausos, los vítores, la gente de pie. Los actores saludaron nuevamente. Tuvieron que salir varias veces al escenario.
La primera actriz miraba sin ver al público. Sólo era feliz. La escritora, reía y lloraba a la vez, detrás de las bambalinas. Toda la familia estaba en la platea.
Cuando todo hubo terminado y mientras festejaban en los camarines, la primera actriz le dijo a la escritora: "Esta vez el juego lo elegí yo y por suerte te quedaste hasta el final. Lo terminamos juntas".

2 comentarios:

Carla Irupé dijo...

Más y más aplausos a Mabel!

Anónimo dijo...

las lagrimas que se me caen son de fe y de esperanza ... son admiracion y quien sabe... tal vez las mismas que en algun tiempo cercano o lejano inunden las bambalinas.
prima: andate bien vestida que te voy a hacer subir al escenario. para que mires de frente...como siempre. Pero esta vez grites ESTA SOY YO, CARAJO. y te banques los aplausos...que tambien a veces hay que saber recivirlos.

Creo que sobre todo, son lagrimas de FE.
gracias tia mabel. gracias. PAULA