domingo, octubre 28

Transparencias




Los ojos son la ventana del alma, dicen. Cual bola de cristal, a través de ellos pueden leerse los sentimientos más profundos de una persona. Ella siempre lo creyó así. Por eso (y más aún porque tenía ojos grandes) prestó mucha atención a la forma en que miraba y la miraban.
Tal era su obsesión con ese sentido humano, que había llegado a distinguir más de 100 formas de mirar. No de ver, de mirar. Porque ver es dintinto. Ver es observar, es pegar una primera ojeada.
El acto de mirar, en cambio, implica un compromiso. Tiene una razón que lo motiva. Es un contacto. Las miradas revelan, descubren. Todopoderosas, a veces alivian, a veces desprotegen y otras, son letales.
Esa tarde, estaba con él. En penumbras, sus cuerpos se rozaban, se sentían. Pero no había cruce entre esos dos pares de ojos. Para qué desnudarse más... si ninguna prenda los cubría ya...