jueves, junio 11


Te voy a contar por qué a veces me escapo de nosotros. Por qué huyo a la carrera, de repente, dejándote todas incertidumbres en tus brazos.
Me voy en los momentos en que pierdo el control sobre ese uno que construimos cuando somos.
Me voy cuando siento que te me metés por los poros y empezás a circular por cada recoveco de mi cuerpo. Cuando empezás a llevarme lejos...
Hago lo mismo que, cuando nena, veía venir la victoria de Victoria en los juegos de mesa de interminables madrugadas.
-Me aburrí. No juego más.
Cuánta razón tenía la mejor actriz que conocí en querer arrancarme cada uno de los pelos que, lacios, por ese entonces me rozaban la cintura.
Hoy, los rulos miran con nostalgia esa curva que me divide a la mitad y reconocen, conmigo y con ella, entre risas y cigarros, mis problemas a la hora de enfrentar derrotas.
Por eso me escapo... Porque adoro y odio a la vez verme vencida.
Aunque en 10 años, con rulos o de lacio, sin cigarros pero con muchas risas, podamos festejar seguir compartiendo caminos...