jueves, enero 31

..InVenTaRiO..


Tengo millones de palabras revoloteando en mi cabeza que cada vez que empujan para salir, lo hacen formando una combinación diferente y queriéndome decir cosas distintas. Me marean, me confunden por momentos, pero no mienten. Y nacen de a poco, despacio… como estas.

Tengo un alma que explota de ganas, de mucho y de todo. Tengo mil cosas que hacer y que casi ni entran en las 24 horas que tienen mis días. Y tengo un cansancio feliz y permanente que refleja todo aquello.

Pero también tengo un conjunto de miedos que me paraliza el cuerpo cada vez que intento determinadas cosas, me encuentro ante ciertos seres o me asaltan inciertas situaciones. Miedos que son como las cabezas de la hidra que Cortázar intenta matar porque lo agobiaban, tanto como ellos a mí. A algunos les gano de a partidas, otros me cuestan un tanto más, pero todos me atan de pies y manos, me cosen la boca y meten mi cerebro en un freezer… y me dejan así…

Tengo debilidad por los días de verano, el pan, el cigarrillo y los besos en el cuello. Y también tengo un corazón que archiva imágenes de momentos, de charlas y personas; conserva gustos, aromas y sabores; y hace las veces de incubadora de nuevos proyectos, les da calor y los alimenta hasta que estén maduros.

Tengo, por suerte, una familia fuerte y entera, que por momentos se niega a dejarme ser y por otros me empuja al mundo de prepo. Una familia con la que acuerdo en casi todo y en casi nada, con la que a veces nos cuesta entendernos y que, por momentos, de tan adentro que los tengo no me animo a soltarle la mano.

Cuento con una biblioteca repleta de libros por leer, algunos propios y otros prestados. Tengo cuadernos cuyas hojas están habitadas por ideas imposibles y sentimientos indefinidos, conclusiones por la mitad y promesas que un día fueron mías.

Además tengo voces, manos y orejas amigas que me miman, me escuchan y aconsejan. Me dan calor, me dan amor y caricias. Algunas golpean, otras me besan. Me regalan estrellas, me llevan a pasear por lugares que son sólo nuestros y me prometen sueños. Compartimos cielo, aire y suelo. Por momentos somos uno y por momentos muchos. Comparten mi mundo.

Y por todo esto que tengo, cuando a veces se me ocurre pensar qué es lo que me falta, qué es lo que quiero, siempre termino pensando lo mismo: nada me sobra, pero nada me falta.
Así como estoy, no necesito nada.

No hay comentarios.: